Uno de los elementos más sorprendentes del proyecto de ley sobre Equilibrio de Poderes es la ausencia de la inclusión entre tales poderes, del supremo, por lo menos como está consagrado en nuestra Constitución: el Pueblo. Por eso en buen medida el proyecto en discusión presenta problemas irresolubles pues solo se les encuentra salida cuando incluyen cambiar las relaciones no entre los poderes establecidos: ejecutivo, legislativo y judicial, sino con los ciudadanos. Me ha sorprendido la crudeza con la cual el ministro del Interior Juan Fernando Cristo, en la audiencia pública convocada por Claudia López y Angélica Lozano, reconoció públicamente la absoluta quiebra del sistema institucional actual y la urgencia de revitalizarlo.Pero el debate se da es entre los poderes mismos. Mientras no incluyan el cambio de relación con la ciudadanía, para esta es bastante irrelevante la discusión y las fórmulas que se plantean no la van a afectar. Esto se hace evidente en los elementos de la reforma electoral, con sus dos componentes, la lista cerrada y el cambio de la circunscripción nacional para la elección al senado, incluyendo un senador para cada departamento de más de 500.000 habitantes.
Veamos cada una por partes y cómo no tienen solución si no se incluye el cambio de relación con la ciudadanía especialmente; por un lado, la representación y la rendición de cuentas que debe hacer cada parlamentario, y por el otro, la proporcionalidad entre votos y curules, esto en la perspectiva del sistema electoral mixto que he propuesto (www.sistemaelectoralmixto.com) . La propuesta de la lista cerrada por partido frente al voto preferente ha quedado en tablas con el ejecutivo porque los políticos, temiendo la elaboración de las listas con el bolígrafo dejando de lado el voto preferente que recoge, así sea de la peor forma posible, las realidades políticas regionales/locales, que quedarían excluidas del proceso. Para contrarrestar esta tendencia se proponen unas consultas abiertas por partido “solo parcialmente financiadas por el Estado”, que se realizarían por ahí en diciembre del año anterior a las elecciones, que trasladarían todos los vicios del sistema actual a estas, con un costo totalmente inútil para el fisco de $590.000 millones, con el defecto adicional de paralizar el legislativo un semestre más por el agite preelectoral que se daría. Como el legislativo no ha querido aceptar la fórmula de la lista cerrada, el compromiso es botar el problema lo más lejos posible, al 2022, con la esperanza que algo serio pase de aquí a entonces; por ejemplo, una reforma electoral efectiva que ya se ha acordado elaborar en desarrollo de los acuerdos de Paz.
El problema no se puede resolver mientras se mantengan la falsa dicotomía voto preferente/lista cerrada, que en países como el nuestro donde no existe en el imaginario que los elegidos, no los partidos, deben rendir cuentas, con lo cual no consideran los sistemas mixtos como una alternativa. Estos últimos han ido conquistando el mundo durante los últimos sesenta años por su capacidad de mezclar representación y proporcionalidad. La misma exclusión se dio en la reciente reforma electoral de Chile, donde saltaron a un sistema de partidos que inevitablemente se atomizará, diluyendo la representación clara que relativamente tenían aunque, a decir verdad, se quitaron de encima privilegiar la minoría más grande, diseñada por Pinochet. En Colombia se mantiene esta última distorsión con el sistema de cocientes y residuos en los departamentos pequeños para la Cámara.
El otro tema es el de senador por departamento de menos de 500.000 habitantes, con la excusa de que “hoy no tienen” .En la audiencia pública mencionada el profesor Juan Carlos Rodriguez-Raga de los Andes, demostró como estos departamentos ya están hoy sobrerepresentados de acuerdo a su población. Claro, cuando usted comienza a hacer remiendos asistemáticos por partes, se descuadra aun más el problema de la proporcionalidad, pues seguramente los nueve senadores se le quitarían a las grandes ciudades, ya hoy subrepresentadas. En el sistema mixto que he propuesto se diseñan los Distritos Uninominales (DUN) con base en un número de habitantes muy parecidos y se mantiene la proporcionalidad del sistema vigente, equilibrado por la cifra repartidora. Con la propuesta de senador por Departamento Pequeño, se escogería determinando un candidato específico identificado en la lista que presenta cada partido y ganaría el partido que sacara más votos en el departamento. Estos senadores representarían ahora territorios muy parecidos a los DUN, sin la claridad de un tarjetón para la elección de un senador por Departamento Pequeño. Lo grave es, por ejemplo en el caso extremo del Vaupés, la generación de un incentivo perverso por elegir un senador con tres mil voticos, lo que haría que la compra de votos fuera descomunal, con ventajas imbatibles para los partidos de la unidad nacional que podrían disponer generosamente de la mermelada que proporciona el gobierno. Y en este proceso destruir todas las relaciones horizontales entre la población que es el programa de expansión de centro periferia que los poderes tiene diseñado para lidiar con la ciudadanía. ¿Y por qué 500.000 habitantes? ¿Y no 700.000? En el mixto nuestros distritos electorales para Senado son de 800.000 habitantes, para todo el país. Y los votos de los perdedores no se pierden sino que suman para escoger de listas cerradas que presenta cada partido, de las cuales se elige el 40 % de cada Cámara: Identificación del parlamentario que representa un territorio y proporcionalidad entre votos y curules para proteger a los partidos minoritarios. Y claro, ahí sí balance de poder de los ciudadanos frente a sus elegidos.
Es lamentable la perspectiva que los poderes tienen sobre cómo reconstruir la legitimidad de las instituciones y que por no cambiar la relación con la ciudadanía nos va a llevar a un camino tortuoso que nos conduce al lugar equivocado. Los ciudadanos no nos debemos comer ese cuento. Los de mi generación sentimos un enorme desdén por estas propuestas. Los de las nuevas tienen un largo camino para enderezar entuertos que construimos hoy.
John Sudarsky, Presidente Contrial